
Lady Tube History
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Isabel caminaba por la galería de arte con un vestido de terciopelo azul que rozaba el suelo con cada paso, destilando elegancia. Pero lo que más captaba la atención era el tubo metálico en forma de codo que cubría su cabeza. El tubo, frío y reluciente, hacía un giro abrupto a la altura del cuello, ocultando su rostro completamente y desviando su mirada hacia un ángulo extraño.
Cada tanto, Isabel se detenía frente a alguna obra, girando su cuerpo entero para poder ver a través de la pequeña abertura que el tubo dejaba en uno de sus extremos. Se había acostumbrado a las miradas curiosas, aunque en el fondo sentía el calor de cada par de ojos examinándola.
Un joven curioso se le acercó con una sonrisa nerviosa. “Disculpa, ¿por qué llevas un tubo de metal en la cabeza?”
Isabel giró su cuerpo para mirarlo a través de la apertura y respondió: “Es una forma de ver el mundo a mi manera. A veces necesitamos cambiar la perspectiva para encontrar algo nuevo.”
Aquella noche, Isabel paseó entre las obras, sintiendo que el tubo era más que un accesorio extraño: era su escudo, su filtro, y su forma única de conectar con el mundo sin perderse en él.